Ansiedad laboral silenciosa.

Siempre hay una tarea pendiente, siempre puede hacerse mejor, siempre se puede trabajar un poco más… por si acaso, por si pasa algo, por si surge un contratiempo y no puedes tener a tiempo el trabajo. Revisas todo hasta el último detalle, sin excepción, y si hay que hacer horas extras se hacen. Y hasta que no tengas plena seguridad y satisfacción con tu trabajo, no vas a parar.

Cuando llegas a casa sientes agotamiento, eres incapaz de desconectar: duermes mal, comes regular, te irritas por nada y apenas quedas con nadie. Pero el trabajo va bien. Aunque podría ir mejor, ¿no? Lo mejor será revisar los detalles desde casa. ¡Bendito teletrabajo!

Así piensa y se comporta una persona con ansiedad laboral silenciosa, un enfoque nocivo del trabajo caracterizado por la tensión permanente, el exceso de perfeccionismo y la incapacidad para desconectar: el trabajo se convierte en el principio y fin de la vida de la persona, y esto no puede acabar bien, ni siquiera para el propio trabajo porque te estás agotando física y mentalmente.

No cabe duda de que la presión externa, generada por el equipo de trabajo, la jefatura, los clientes o por la propia empresa en la que trabajamos puede “forzarnos” a trabajar más de lo que deberíamos, pero la ansiedad silenciosa deriva especialmente de una (perjudicial) postura personal hacia el trabajo caracterizada por los siguientes indicios.

  • Exceso de responsabilidad. Generalmente, se trata de una mala interpretación de la responsabilidad en el trabajo. Consideramos que “todo” depende de nuestro trabajo y que cualquier fallo por nuestra parte puede ser decisivo.
  • Incapacidad para relajarseincluso fuera del horario laboral. La ansiedad silenciosa conquista a la persona trabajadora fuera del espacio de trabajo, síntoma inequívoco de que su estado de tensión permanente puede convertirse en trastorno mental en caso de no ponerle freno.
  • Falta de desconexión. Las nuevas tecnologías nos permiten trabajar en remoto y conectarnos con el trabajo 24/7 si es necesario. Las personas que sufren de ansiedad laboral silenciosa se conectan al trabajo “siempre que tienen un hueco” porque consideran que siempre hay algo por hacer, algo que retocar, algo que revisar.
  • Pensamientos rumiantes. En ocasiones, desconectamos y tratamos de relajarnos, ponemos de nuestra parte para tomar distancia con el trabajo, apagamos el móvil o el ordenador, pero, hay algo que no podemos “apagar” tan fácilmente: la mente. Si bien los pensamientos ansiosos adaptativos son necesarios para protegernos, es decir, un poco de ansiedad es inevitable y hasta saludable porque nos ayuda a manejar las amenazas, el pensamiento ansioso rumiante es aquel que no ayuda y que no es productivo, sino que perjudica porque no somos capaces de limitarlo y, entonces, el propio pensamiento se convierte en amenaza.

¿Cómo manejar esta ansiedad?

Además de tratar de comer bien, descansar, respirar, etc. y que es común a cualquier episodio moderado de ansiedad, la forma de abordar la ansiedad silenciosa laboral, cuando su principal consecuencia es la incapacidad para parar de trabajar (o de pensar en trabajar) es justamente afrontar sus síntomas para revertirlos y limitarlos.

  • Tu trabajo no es tan importante, ni para ti, ni para los demás. Ser responsable es bueno, por supuesto, pero confundir responsabilidad con perfeccionismo es la antesala de la ansiedad. La verdadera responsabilidad (contigo, con el trabajo y con el resto de personas) también consiste en saber parar, en delegar y en tolerar el fallo.
  • Desconecta, relájate. Hay personas que están tan “entregadas” a su trabajo que no saben qué hacer con su vida cuando no están trabajando. Puede que te encante tu trabajo, enhorabuena, pero es lo mismo que dedicar todo tu tiempo a algo que te gusta: acabas cansándote y terminas por no disfrutar, porque se necesita un respiro hasta de disfrutar o “pasarlo bien”.
  • Aprende a manejar la (buena) ansiedadla adaptativa. La ansiedad positiva es aquella que nos permite mantener la intensidad justa en el trabajo o en cualquier actividad. Desde luego, no es fácil conseguir en todo momento el punto justo de intensidad laboral, pero, si empiezas a notar síntomas como los descritos y, sobre todo, aparecen síntomas físicos y pensamientos rumiantes, estás iniciando un proceso de ansiedad silenciosa que puede ser la antesala de trastornos más graves. Ya sabes, si no puedes con ello, pide ayuda, incluso profesional si es necesario.

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