Diario de Paqui: Día cinco.

El sueño de la jornada intensiva y la cruel realidad

Querido diario,

8:00 h. Hoy es el GRAN DÍA. Comienza la jornada intensiva de verano, el paraíso laboral, la tierra prometida donde salgo a las tres y tengo toda la tarde para vivir, respirar y, lo más importante, comer sin límite de tiempo para después quemar calorías haciendo largos y/o flotando panza arriba en la piscina. Así que con semejante subidón de optimismo hoy me he preparado un tupper que rebosa felicidad: ensaladas, croquetas de la abuela Mercadona y un postre que podría hacer llorar a los ángeles.

Y por supuesto tengo la tarde perfecta planificada: siesta, piscina con amigos, bolsa de pipas y libro de crímenes. Nada puede salir mal, así que enciendo el ordenador, ficho en Kelio con calma y precisión cirujana cual niña buena y, con una sonrisa, me dispongo a disfrutar de mi nueva etapa de libertad vespertina.

11:00 h. Primera señal inquietante que recibo por correo. “Paqui, ¿puedes echar un vistazo a este informe antes de que nos vayamos?

CLARO. No hay problema. Soy una profesional, soy la gran Paqui y aún quedan muchas horitas para la gloria.

12:00 h. Nuevo mensaje de mi jefe: “Paqui, ha surgido una oportunidad increíble con un cliente estratégico, ¿te sumas a la reunión para trabajar y aportar ideas en la oferta?

VENGA, VA. Porque decir que no a tu jefe es un deporte de alto riesgo, y ya me la juego bastante con las calorías de la Pantera Rosa que me como a media mañana.

13:00 h. El Outlook comienza a lanzar alertas como si fuera una nave espacial en emergencia, alertas mucho peores que las que vive y sufre España cada vez que empiezan a repartir los votos en Eurovisión. Y como consecuencia, mi bandeja de entrada parece ya una broma de mal gusto:

Paqui, ¿puedes revisar esta presentación urgente?”.

AJÁ. Como si la palabra “urgente” no fuera incompatible con mi jornada intensiva y mis planes de flotación en la piscina. Pero yo procedo a contestar con la precisión matemática y la profesionalidad que siempre me caracterizan. “Claro, revisado. Adjunto documento con alguna corrección”, contesto.

Hola Francisca, buenas tardes”.

HO*TIA P*TA, CUIDADO. ESTE DEBE SER UN JEFAZO, ME CAGO. LA ÚLTIMA VEZ QUE ME LLAMARON FRANCISCA ACABÉ FIRMANDO UNA HIPOTECA A 40 AÑOS.

Me han pasado tu nombre y necesito por favor mantener una breve reunión contigo para hablarte de una nueva oportunidad de negocio para la empresa en la que tú tienes mucho conocimiento”.

NI CONOCIMIENTO NI CONOCIMIENTA. ¡Yo quiero mi jornada intensiva, por muy jefazo que seas!

13:30 h. Las alertas del Teams se suman a la verbena.

Mensaje de mi compañera Paula: “Hola gordi, ¿sabes cuándo cierran las imputaciones este mes?”

Mensaje de mi compañero Rober: “¿Bajamos a por un pincho de tortilla rápido para celebrar la jornada intensiva?”

Nuevo mensaje de mi compañera Paula: “Gordiiiiiiiii… contesta, por favor”.

Mensaje de mi compañera Laura: “Qué fuerte, tía. Acabo de pasar por el baño y olía fatal. Me he tenido que ir a los de la segunda planta.”

Mensaje de mi compañera Laura: “Me aburro. ¿Me acompañas a echar un piti? Qué ganas de que lleguen las tres”.

Mensaje de mi jefe: “Revisa por favor el correo que acabo de enviar. Vas en copia”.

Tercer mensaje de mi compañera Paula-la-insistente: “Ahora me paso por tu sitio, cielo. Y así me ayudas con lo de las imputaciones, que me están atormentando con los avisos. Y de paso también te cuento un cotilleo del becario nuevo que te va a encantar”.

Cling, cling, cling y más clings… empiezan a sonar alertas de grupos de Teams en los que ni siquiera sabía que estaba.

QUE ALGUIEN ME CORTE EL CUELLO CON LA PKI, POR FAVOR. Al menos así acabará esta tortura.

15:10 h. Mis croquetas siguen en su tupper. Intactas y frías, con el corazón roto. Y a todas las cosas pendientes que aún tengo, se suma un WhatsApp de mi madre preguntándome si me puedo pasar por el súper y comprar unas cosas antes de ir a verla hoy a última hora de la tarde.

16:20 h. “Reunión urgente el martes a las 17:30 h. Necesitamos a los mejores en esto, y tú eres clave”.

CLARO, CLARO. SOY CLAVE EN EL MUNDO DEL SUFRIMIENTO.

17:00 h. Justo cuando me estoy pegando a vida o muerte con las tablas dinámicas de una Excel, recibo por WhatsApp un selfi de mi amiga Lola, la que despidieron, en la piscina y con un polo de lima-limón en la mano. “¡Ya estamos todas! ¡Sólo faltas tú!”, me dice.

TRAIDORA.

18:50 h. Salgo del trabajo. La jornada intensiva de hoy ha sido un espejismo, un concepto teórico no aplicable a la realidad, un estado emocional que raras veces se materializa. Y mientras camino hacia el Metro, mi única certeza es que el verano será largo… y mis croquetas jamás lo superarán. Porque mis jefes han perfeccionado el arte de prolongar mi horario con una elegancia digna de premios internacionales, pero por supuesto y como siempre, sin añadir un solo euro a la ecuación.

Hasta mañana, querido diario. Si sigo aquí mucho más tiempo, acabaré haciendo un máster en gestión de sueños y expectativas rotas.

Pero mañana será otro día. Paqui.

1 Comment

  1. Buenos días,
    Simplemente genial el diario de Paqui. Empieza a ser lo más divertido de todos los viernes. «Me corto el cuello con la PKI» – aún me rio a carcajadas. Espero con ilusión la siguiente entrega.
    Enhorabuena al escritor@ por hacernos pasar tan buenos ratos.
    Muchas gracias.

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